Misterio en hotel la Luna
Esta historia empieza en el motel «La Luna»
Un hombre llegó solo al Luna y pidió hablar con el encargado.
La conversación es textual.
Necesito la habitación 9,
Viene solo?
Si, necesito descansar, solo eso, puede revisar mi auto si quiere
No es necesario.
Gracias
Cuando entro al motel el cliente le pidió al encargado un cuchillo negro, una botella y un trapo blanco.
El encargado dudo un poco pero le dio las cosas, el tipo se veía un hombre bien.
El cliente entró en su habitación, no pidió comida ni nada más. Esa madrugada se escucharon voces extrañas y ruidos en la habitación de ese cliente. Las voces gritaban pidiendo auxilio!
El encargado se acercó a la habitación 9 con una empleada y dejaron de escucharse los ruidos y las voces. Quedaron pasmados y no sabían si llamar a la policía.
Cómo a las 9 de la mañana una empleada va y despierta al encargado que se había quedado a dormir en el motel para ver qué había pasado.
El cliente se estaba yendo, le pidió que lo demorará un poco mientras el revisaba la habitación. Pero no se encontró nada raro, asi que fue a cobrarle al hombre.
El cliente pagó la cuenta y le dio a la mujer que limpia una buena propina y dejó el motel. El encargado del Luna estaba muy sorprendido, pero no dijo nada de lo que había pasado y le pidió a la empleada que estuvo esa noche con el que no dijera nada. Incluso comenzó a dudar de sí mismo.
Pasaron casi dos meses y el tipo volvió a aparecer y pidió volver a hablar con el encargado. El cliente pidió las mismas cosas. Esta vez, el encargado quería saber que carajos hacía el tipo y se quedó despierto toda la noche.
Otra vez, durante la madrugada las mismas voces y ruidos, pero esta vez más fuerte y más indescifrable que la vez anterior. Cuando se acerco a la habitación los ruidos desaparecieron.
Y otra vez lo mismo, antes de irse, el cliente dejó una propina generosa para la señora que hacía la limpieza. Entonces el encargado pensando que la empleada era cómplice del tipo, la encaro y le pregunto que había en la habitación cuando ella iba a limpiar.
Ana le dijo, que nada, que la cama estaba a penas destendida, que ni si quiera una colilla de cigarrillo encontraba.
El encargado estaba como loco y trato de pensar para que el tipo le pedía esas cosas. ¿Por qué la habitación 9? ¿Por qué la tela blanca? ¿Por qué el cuchillo negro? ¿por qué una botella?
Pero es encargado de un motel, no hay que ser muy brillante para laburar de eso y no llego a ninguna conclusión. De lo único que el encargado estaba seguro era que la próxima vez lo encaraba al tipo para preguntarle qué pasaba.
Fueron 3 meses larguísimos esta vez, contaba los días el encargado hasta que lo llaman por teléfono, mientras hacía unos trámites, para avisarle que el tipo había vuelto. Dejo lo que estaba haciendo y llegó lo más rápido posible al Luna.
Esta vez le dijo al hombre que solo le iba a dar la habitación si le decía que era lo que pasaba en la madrugada. ′′Si te digo lo que hago, ¿prometes no decirle a nadie más y que queda entre nosotros?
«Ok, lo prometo, no le voy a decir a nadie, queda entre nosotros, siempre y cuando no comprometa al motel en nada raro.
Tranquilo, le dijo el cliente y le contó con detalle lo que hacía durante la madrugada con los elementos que le pedía.
Lo peor de esta tremenda y escalofriante historia es que el encargado es una persona de palabra, y no le ha contado nada a nadie.
Ojalá algún día cambie de parecer y le cuente a alguien así podemos saber que -m i e r d- pasaba en la habitación 9 del motel «La Luna».
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