Había una vez un borracho que llega a su casa a las tres de la madrugada y toca el timbre.
– ¡Ábranme la puerta! ¡Ábranme la puerta!
Y no le abrieron la puerta. Entonces fue al negocio de la esquina y pidió prestado un teléfono, y dice:
– Buenas noches, ¿está José Luis?
Y le responden:
– No, él no está.
Y dice:
– ¡Cómo diablos quieren que esté si no me quieren abrir la puerta!
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