Maicito y la Maicita
De casarón el Maicito y la Maicita, dos diminutos granos de maíz.
Después de la celebración nupcial emprendieron su luna de miel.
Llegaron al hotel donde pasarían la noche de bodas.
Ya en la habitación la Maicita estaba muy nerviosa.
Cuando el Maicito trato de aligerarle la ropa, ella se mostró pudorosa y recatada.
«Yo misma me desvestiré – pidió a su maridito. Tú, por favor, entra en el baño. Así no me sentiré tan cohibida». El ansioso Maicito acepto, pero puso una condición: ella tendría que decirle, paso a paso, como se iba desvistiendo. Estuvo de acuerdo la Maicita.
El Maicito, pues, entro en el baño y cerro la puerta tras de sí.
Empezó la Maicita: «Ya me quité la blusa». «¡Sigue, sigue!» – pide el Maicito con anhelosa voz-.
«Ya me quité la falda» -continúa la Maicita-.
Y el Maicito (medio calenton): «¡Más, más!»
Prosigue la Maicita: «Ya me quité el fondo» .
«¡Oeee, oeee!» -grita con entusiasmo el Maicito-.
Y sigue la Maicita: «Ya me quité las medias».
«¡Si, si!» -exclama el Maicito,
«Ya me quité el liguero» -dice la Maicita.
«¡Aaah, aaah!» -profirió el Maicito -ya muy ardiente- al oír que la Maicita se había despojado del liguero-.
«Ya me quité el bra» -informa la Maicita con apenada voz-.
Y el maicito: «¡Oooh, oooh!», cada vez batallaba más.
Y concluye la Maicita: «Ya me quité lo último que quedaba». «¡Uuuy, uuuy!» -se oye la temblorosa voz del Maicito-.
Con dulce tono dice entonces la Maicita.
«Ya estoy en la cama. Puedes salir Maicito».
El Maicito no sale. «Maicito -vuelve a llamar la Maicita-.
«Te estoy esperando ya».
El Maicito no aparece. «¡¿Maicito?!» -llama ella con voz más alta aún-.
Nada. Entonces la Maicita, preocupada, abre la puerta del baño.
Y ya no era Maicito… ¡¡¡Era Popcorn!!!
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